domingo, 18 de noviembre de 2007

Amancio Prada. “Rosalía de Castro”.



Hablar de Rosalía de Castro es hablar de una de las figuras del post-romanticismo del XIX, a la altura de Bécquer o del rumano Eminescu. Su obra en verso, especialmente la escrita en gallego (sólo escribió un libro en castellano, “En las orillas del Sar”) está imbuida de un inmenso dolor por el estado social de Galicia, por los problemas de la emigración, y por supuesto, aunque en otros ámbitos, por el amor. Sus versos son un ejemplo perfecto de esa palabra tan de moda llamada “morriña”.
Amancio Prada es lo más parecido que podemos encontrar a un trovador moderno. Casi toda su música está vinculada a grandes poetas de cualquier momento de la historia, desde San Juan de la Cruz hasta José Agustín Goytisolo, y en esta poetisa gallega le dedicó dos de sus discos, además de breves apariciones en otros, pero destacamos este “Rosalía de Castro” por ser el primero, además de ser de los inicios de la carrera del cantautor, cuya voz meliflua y muy trabajada (aunque a veces pobre) acompañada de una guitarra y un violonchelo y siguiendo ritmos populares gallegos, crea una perfecta comunión con esa morriña antes citada.

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